Tribulaciones de un alcohólico con mala leche

viernes, septiembre 22, 2006

Renglones malignos. La tempestad (1997), Juan Manuel de Prada.

La segunda novela de Juan Manuel de Prada nos presenta a Alejandro Ballesteros, un profesor de arte que llega a Venecia para examinar en vivo el cuadro objeto de su tesis, La Tempestad del pintor renacentista Giorgione. Allí presencia el asesinato de Fabio Valenzin, un conocido falsificador de obras de arte, a manos de un enigmático personaje oculto tras una máscara de carnaval.

Sobre Alejandro Ballesteros se teje entonces una red opresora que le sumerge en un tétrico escenario, habitado por personajes sórdidos y caducos, que le va alejando del propósito de su viaje, le desvela aptitudes propias que permanecían ocultas y desconocidas, y le entrega a los brazos de Chiara, restauradora de arte e hija adoptiva del experto custodio de La Tempestad. Entre ellos surgirá una pasión que deberá revelarse con fuerza suficiente para lograr iluminar los sombríos y corrompidos sentimientos que someten a la joven restauradora.



El autor retrata una Venecia erigida en la protagonista pasiva de la historia. Pinta una ciudad oscura, amenazante, sepultada por la nieve y aquejada por una lluvia constante que desborda continuamente los canales. Traza una ciudad laberíntica, taciturna, opaca, inasequible a los turistas que la invaden con procacidad, limitados a recorrer itinerarios fijos sin posibilidad de internarse por sus recónditos callejones. Compone una ciudad habitada por seres endogámicos y egoístas con los tesoros sepultados en sus iglesias y museos. En resumen, retrata la cara oculta de una Venecia que, como el asesino de la novela, se esconde tras una de sus populares máscaras de carnaval.

El mundo del arte se representa a través dos polos opuestos, por un lado rodeado de estafas, falsificaciones y delitos, y por otro lado se hace una llamada al arte del sentimiento, al disfrute de una obra de arte por su valor en sí misma, alejándola de interpretaciones intelectuales que la expliquen, la reduzcan y la desvaloricen.

De Prada emplea su característico estilo barroco y prolijo a través del cual contagia al lector del ambiente opresivo y abrumador en que se mueven los personajes. El narrador omnisciente en primera persona permite conocer el punto de vista del protagonista y seguir el desarrollo completo de sus vivencias, y no impide al lector adentrarse en el interior del resto de personajes y comprender los motivos de su conducta, muy alejada en casi todos ellos de los principios básicos de moralidad y rectitud.

La Tempestad se construye alrededor de una interesante trama detectivesca, culminada con un emocionante desenlace, pero no se limita a un mero seguimiento de la investigación. Destaca la riqueza de los personajes, dotados de gran personalidad y autenticidad, exceptuando quizá el personaje de Giovanna Zannon, una esterotipada devora-hombres que se muestra como el personaje más obvio de la novela. El aspecto más destacable es el fantasmagórico retrato de la ciudad de Venecia, inmersa en un ambiente tenebroso que concede al lector una perspectiva inédita de la ciudad, y transmite un interesante análisis sobre la distinta visión que de una misma ciudad tienen sus habitantes y los turistas que la visitan.

A modo de curiosidad, se puede señalar que esta novela le brindó a su autor el nada prestigioso premio Planeta, y supuso la única adaptación cinematográfica de su obra, en una coproducción con guión del propio De Prada y protagonizada por Malcom McDowell, Rutger Hauer y la española Natalia Verbeke.

En definitiva se trata de una gran novela de Juan Manuel de Prada, sin embargo me permito augurar que, si su trayectoria prosigue su imparable curso, quedará como una obra menor en la bibliografía de un escritor de inmenso talento.